Zen día a día: Charlotte Joko Beck
Zen día a día: Charlotte Joko Beck
Al meditar, descubrimos que lo primordial es trabajar con nuestra mente ajetreada y caótica. Todos nos encontramos presos del pensamiento frenético; lo complejo de la práctica es encauzar el pensamiento hacia la claridad y el equilibrio.
Cuando la mente se va clarificando, estabilizando y deja de estar atrapada por los objetos, es posible que sobrevenga una apertura: y durante ese instante podremos darnos cuenta de quiénes somos en realidad.
Con el tiempo, vemos que somos el trasfondo ilimitado del universo que no está sujeto a restricción alguna. Y, a partir de entonces, la tarea de nuestra vida consiste en abrirnos a esa inmensidad y expresarla.
El contacto creciente con esta realidad siempre genera una actitud compasiva hacia los demás y cambia nuestro día a día.
Estudiar zen supone una dedicación para toda la vida. No consiste solo en sentarse en un cojín treinta o cuarenta minutos diarios. La totalidad de nuestra vida se convierte en nuestra práctica veinticuatro horas al día.