Confuso en el mundo externo, el común de la gente se apega a las apariencias…
“Confuso en el mundo externo, el común de la gente se apega a las apariencias; confuso en el mundo interno, se apega al vacío. Pero si pudiera permanecer imperturbable ante las apariencias en medio de ellas, y tampoco se apegara al vacío en medio de él, entonces nada de dentro ni de fuera le confundiría. Basta este modo de ver las cosas, esta única realización, para que la mente se abra. El conocimiento búdico no es otra cosa que esta apertura”
(Hui Neng)
COMENTARIO
Este interesante fragmento es una invitación a una contemplación no dual de la realidad, que tendemos a contemplar fragmentándola en categorías; bueno/malo; sujeto/objeto; yo/tú; interno/externo; vacío/forma…
Confundidos en lo que llamamos mundo externo, vemos la realidad en su forma aparente, la que nace de nuestros juicios y opiniones, y sin percatarnos que la realidad es mayor que la capacidad de nuestras palabras para fijarla y describirla.
Confundidos en lo que llamamos mundo interior, nos apegamos a ideas sobre la práctica, la comunidad, el Tao, la budeidad, el vacío, y otros conceptos sobre esa misma realidad que sigue esperando a que nos acerquemos a ella sin nuestras ideas previas, es decir, vacíos. Vacíos de todo, abiertos a todo, sin aferrarnos a nada.
“Basta este modo de ver las cosas, esta única realización, – dice Hui Neng- para que la mente se abra. El conocimiento búdico no es otra cosa que esta apertura”. Y esta apertura en la realidad que acontece es nuestra práctica, en cada instante.
“El vacío es lo abierto, que permite una compenetración recíproca”, dice el filósofo contemporáneo Byung-Chul Han, pues “El vacío “vacía” al que mira en lo mirado”.