EN CADA MOMENTO UN DESPERTAR
Finalizamos esta serie de cinco posts sobre Rikyū (1522-1591), con un último quinto verso seleccionado, este su último poema tras celebrar su última ceremonia del té y justo antes de fallecer.
Rikyū, estuvo muy interesado también en los Suiseki, denominadas “piedras paisaje”, que ponía en una bandeja negra en la tokonoma (lugar a modo de aparador) justo debajo del kakemono (pergamino alargado, de papel o seda, en posición vertical donde se muestra un poema) durante la ceremonia del té. Estas piedras de tamaño pequeño, que podían ser llevadas en una mano, asemejaban la forma de un paisaje o algún elemento de la naturaleza o un animal. Servían como objeto de admiración por parte de los invitados del té.
Rikyū se relacionó de forma estrecha con Hideyoshi (Daimio o soberano feudal de entonces), y fue uno de los confidentes más cercanos del Daimio. Debido a ciertas injurias de los enemigos de Rikyū, que le envolvieron en una supuesta trama de traición hacia Hideyoshi, entre otras razones; Hideyoshi le ordenó que cometiera seppuku, el suicidio ritual, el cual tuvo lugar el 28 de febrero de 1591 a la edad de 70 años.
TEXTO MEDITATIVO
Al terminar su última ceremonia, los invitados retienen a duras penas sus lágrimas, le dan el último adiós y abandonan la sala. A ruegos de Rikyū sólo uno de ellos, su predilecto, permanece para asistirle en el último acto, el maestro se despoja de sus ropas del té, las pliega cuidadosamente sobre la mesa y queda ataviado con una túnica de muerte cuya blancura es inmaculada. Mira con ternura el brillante hilo de la hoja que le aguarda y le dedica estos versos exquisitos:
¡Sé bienvenida,
oh, espada de la eternidad!
A través de Buda
y a través del Dharma
has abierto tu camino.
Y con una sonrisa, Rikyū entró en lo desconocido. *
Sen no Rikyū, por Hasegawa Tōhaku
COMENTARIO
Un primer té, un último té. Aquí y ahora. Ichi Go Ichi E. Cada momento, vivido sólo una vez. Irrepetible, se desvanece cada momento para dar lugar al siguiente, así momento tras momento, hasta el último momento. Instante tras instante acontece y se desvanece. Atisbar el último de la vida da vértigo, sobrecoge. Con un carácter épico y transcendente Rikyū regala esté poema cuando se acerca a su último momento, el más desconocido y nunca vivido, fugaz, efímero y trascendente a la vez. En cada momento una eternidad, un despertar, como en un sorbo de té.
* El libro del té. Ceremonia del té japonesa (Chanoyu). (120-121) Kakuzo Okakura. Miraguano Ediciones. 2007.