04/01/23

JEFF FOSTER

Se le presenta en las redes sociales como joven líder espiritual en la revolución de la nueva conciencia. Autor y orador público de Inglaterra.

Nació el 30 de julio de 1980 en Londres. Estudio Astrofísica en la Universidad de Cambridge. Estaba consternado por sentimientos de desesperación y soledad, que lo llevó a enfermedad física y colapso personal al poco de graduarse. Estaba convencido de que iba a morir.

Volvió a vivir con sus padres y estuvo un año leyendo y estudiando sobre espiritualidad en busca de aliviar su depresión y de un despertar.

En el 2006 terminó con la disolución del sentido de separación que él entendió como un despertar espiritual, así lo cuenta:

“Caminaba bajo la lluvia en una fría mañana de otoño en Oxford. El cielo se estaba oscureciendo, estaba abrigado con mi abrigo nuevo. Y, de repente sin previo aviso, la búsqueda de algo más aparentemente se desvaneció y con ella toda la separación y soledad. 

Con la muerte de la separación, yo era todo lo que surgía: yo era el cielo que se oscurecía, yo era el hombre de mediana edad que paseaba a su Golden Retriever, yo era la viejecita que cojeaba con su impermeable. Yo era los patos, los cisnes, los gansos y el pájaro de aspecto divertido con la cresta roja en la frente… 

Yo era el encanto otoñal de los árboles y el barro que se pagaba a mis zapatos yo era todo mi cuerpo, los brazos los pies…  Yo era las gotas de lluvia cayendo sobre mi cabeza (aunque no era mi cabeza, no era de mi propiedad, pero innegablemente estaba allí, y llamarlo “mi cabeza” es tan bueno como cualquier cosa)…

 Yo era todo empapado de agua y hasta el agua empapada de sí misma. Lo que era normal se convirtió en extraordinario, me preguntaba si, de hecho, no había sido así todo el tiempo: que tal vez durante toda mi vida había sido así, tan claro. Tal vez en mi búsqueda de toda la vida para alcanzar lo espectacular y lo dramático, me había perdido lo ordinario, y con él, y a través de él, y en él, lo absolutamente extraordinario. 

Y lo absolutamente extraordinario en ese día, estaba inundado de lluvia y yo no estaba separado de nada de eso, es decir, no estaba allí en absoluto… Como había dicho el viejo maestro Zen al escuchar el sonido de la campana, “no había yo, y no había campana, solo el sonido”, así fue en este día: no había ningún “yo” experimentando esta claridad, había sólo claridad, sólo lo totalmente obvio que se presenta en todos y cada uno de los momentos…

Había un sentimiento omnipresente de que todo estaba bien en el mundo, había una ecuanimidad y una sensación de paz, todo era como la manifestación de esa paz, en sus formas infinitas…”

Usaré sus propias palabras, como telón final, para recordarnos que en la cotidianidad, está lo extraordinario.

“La zambullida en la Nada que se revela como Dios, más allá de Dios, la Nada que constituye la esencia de todas las cosas y da el origen a toda forma, la Nada que es el mundo en todo su sufrimiento y maravilla, la Nada que es plenitud total. Esa supuesta “experiencia religiosa” no es ningún tipo de experiencia porque en ella el “yo” que experimenta ha desaparecido, en un día normal y corriente se reveló lo extraordinario, el yo se disolvió y se convirtió en Ello… 

Que auténtico regalo estar vivo, ahora en este instante, aunque todo sea un sueño, aunque todo sea impermanente y aunque, por más que busquemos, no encontraremos sino vacuidad”.