“¿QUÉ HACE EL BODHISATTVA DE LA GRAN COMPASIÓN CON TANTAS MANOS Y OJOS?”
“Yunyan le pregunta a Daowu: “¿Qué hace el Bodhisatttva de la Gran Compasión con tantas manos y ojos?” (Yunyan se refiere a Avalokitesvara o Kanzeon Bosatsu. Se dice que Avalokitesvara tenía mil ojos y mil manos. Los ojos simbolizan la sabiduría y las manos trabajan con compasión para ayudar a los demás).
En respuesta a la pregunta de Yunyan, Daowu respondió: “Es como una persona que busca a tientas detrás de la cabeza su almohada por la noche”.
Todos nos damos la vuelta durante la noche mientras dormimos. A veces perdemos nuestras almohadas. Daowu describe la acción de buscar su almohada en la oscuridad con las manos detrás de su espalda. (…) Por la noche, todo nuestro cuerpo sirve de ojos. Cuando intentamos encontrar una almohada perdida, todo nuestro ser, todo nuestro cuerpo y mente, se convierten en nuestros ojos y manos. La oscuridad tiene un significado especial en el budismo. Significa no discriminación. En la oscuridad no podemos ver nada, por lo que no podemos discriminar entre cosas. Solo vemos una oscuridad. (…) Esa es la realidad de la vida. Así es como nuestra vida funciona como una persona que busca a tientas una almohada por la noche.”
(Shohaku Okumura en “Vivir guiados por el voto”. Ed Nous)
COMENTARIO:
Posteriormente a la muerte del ensayista D.T. Suzuki (1870-1966) se publicó un libro de recopilación de conversaciones que había mantenido con occidentales titulado “Mente Zen, mente de principiante”. Este libro introdujo para los lectores no japoneses el concepto de mente de principiante, una idea fundamental en el zen y otras prácticas budistas. Se refiere a mantener una actitud de apertura, curiosidad y ausencia de prejuicios, similar a la mente de un principiante que está dispuesto a aprender y experimentar sin preconceptos. En el zen se valora este tipo de mente de principiante porque permite al practicante ver las cosas con una perspectiva fresca, siempre nueva, siempre sorprendente, siempre de descubrimiento, viva, sin estar atrapada en las ideas preconcebidas o los juicios. Sin la tiranía de las preconcepciones que nos empujan a ver la realidad con los ojos de nuestro pasado, sin el diálogo mental que nos acompaña tantas veces, a través de la meditación experimentamos la profunda y silenciosa unidad entre cuerpo y mente. Desde esa unidad de cuerpo y mente, abiertos al Misterio, en nuestro zazen, somos como “una persona que busca a tientas una almohada por la noche”, todo nuestro ser es nuestros ojos y nuestras manos, respiración a respiración, segundo a segundo.
Esta actitud abierta, de principiante, a menudo es referida también en el zen como la “mente sin saber”, no solo por encarar cada instante sin los clichés del conocimiento adquirido en el pasado, sino también porqué la mayoría de las veces no sabemos cual será el resultado de nuestras acciones, especialmente cuando movidos por la compasión actuamos buscando el bienestar de todos los seres y actualizamos el primer voto del Bodhisattva.
La conversación entre Yunyan y Daowu prosigue de la siguiente manera. Yunyan dijo: “Lo entiendo, lo entiendo. Entiendo lo que dices.”
“¿Cómo lo entiendes?” preguntó Daowu.
“Todo el cuerpo son manos y ojos” respondió Yunyan.
Daowú le replicó: “Bien, expresaste la realidad casi por completo. Pero solo el 80 o el 90 por ciento. Hay algo que falta”.
Yunyan preguntó: “Ese es mi entendimiento. ¿Cuál es el tuyo?”
Daowu respondió: “El cuerpo entero es manos y ojos”.