EL KOAN ZEN
La unidad contradictoria de lo más concretamente individual presente y de lo más trascendentalmente absoluto-eterno en el acto del Espíritu o del VER está descrito de modo muy original por Lin Chi:
Venerables hermanos: (en lugar de asiros al cabo de las cosas fenoménicas), alcanzad al Hombre que tira de los hilos desde detrás de estos fenómenos indistintos. Si comprobáis que el Hombre es la fuente última de todos los Budas (veréis inmediatamente) que cualquiera que sea el lugar en que os encontréis en este mismo instante, ese lugar será para vosotros, hermanos, el lugar último y absoluto.
No son vuestros cuerpos materiales quienes comprenden mi discurso (…) ¡No! ¿Quién, pues, comprende al instante el discurso? Sois vosotros mismos que estáis, sin duda, delante de mí. Yo escucho, a través vuestro, a ese individuo, que sin tener una forma visible definida es luminoso por sí mismo (…)
La estructura interna del Espíritu es de este modo extremadamente elusiva, al menos para el intelecto discriminante. En consecuencia, el término de “espíritu”, tal y como se utiliza en los textos Zen, es tremendamente equívoco. Se da uno cuenta, a cada momento, de que, en el uso, se verifica una sutil interacción de los órdenes de las cosas, tanto el sensible, como el suprasensible. Yo daría como ejemplo una anécdota concerniente a los inicios en el Zen del Sexto Patriarca, Hui Neng, en la China meridional.
En aquella época, Hui Neng escondía aún su identidad por razones políticas, al menos eso se dice. Se encontraba un día sentado en el rincón de un templo en Kuang Chu, escuchando la lectura de un Sutra budista, cuando de pronto se levantó el viento y la banderola que había a la entrada del templo comenzó a agitarse. Uno de ellos observó: “Fijaos cómo bate la banderola” “¡No!”, objetó el otro, “¡No es ella la que se mueve, sino el viento! Siguió una interminable discusión, en torno a qué podría ser lo que realmente se movía, si era el viento o era la banderola. Por fin, Hui Neng no pudo contenerse y dijo: “No es el viento el que se mueve. Ni tampoco es la banderola. ¡Mis virtuosos hermanos, son vuestros espíritus los que se agitan!” (…)
Para comprender correctamente de lo que se trataba hemos de empezar por tomar el término “espíritu” como Hui Neng lo utilizó, en el sentido de Espíritu o de VER con referencia a las dimensiones, empírica y trascendental a la vez, de la conciencia del Zen.
(Toshihiko Izutsu, El Kôan Zen, Ed. Eyras, Madrid (1980), p. p. 80-82)