13/01/25
La enfermedad de la meditación quietista
Si eres incapaz de hacer surgir la duda al practicar zen, tal vez acabes por tomarle aversión al mundo de lo condicionado. Así, huyes a un lugar tranquilo y te sumerges en la práctica de la meditación sentada. Sintiéndote empoderado por ella, la encuentras bastante fascinante. Sin embargo, te disgusta cuando debes levantarte y hacer algo. Pero, de nuevo, esto no es más que tu mente vacilante; no es zen.
Fragmento del libro: Boshan: La Gran duda. La práctica Zen en el mundo (con comentarios de Jeff Shore). Editorial Herder