EL PUNTO CENTRAL DE LA VÍA ES SIMPLEMENTE NO DIVIDIR
“No dividir”, es decir, no separar la realidad en categorías duales o fragmentadas. Los pensamientos en sí mismos no son buenos ni malos, lo mismo ocurre con los sentimientos: simplemente existen. En el zen no tratamos de detener los pensamientos, ni eliminarlos, ni separar los buenos de los malos. Recordemos que si alguien no es capaz de mantener una identidad por un tiempo, no está iluminado sino gravemente enfermo. Gracias a nuestra capacidad de pensar, creamos una realidad en la que nos organizamos y vivimos. Todo esto, en sí mismo, es un gran e incomprensible milagro que ocurre ante nuestros ojos. ¡No es algo a lo que debemos renunciar!
De hecho vale la pena deleitarse con ello, ya sea dulce o amargo, aunque es mucho más fácil después de un insight. El problema surge cuando creemos que todo tiene una esencia permanente, un “yo” fijo y separado, y que nosotros somos un ser inmutable e independiente de lo que sucede a nuestro alrededor.
Poraj-Zakiej, Alexander. “ Introducción al Zen. Historia,presente y práctica”. Ed Fundación Caminos de Sabiduría de Oriente-Occidente:Fundación Willigis Jäger,2024