La meditación es nuestro estado natural
“La meditación es nuestro estado natural. No es algo que hacemos para conseguir estar mejor o evitar lo que nos molesta. Es, más bien, dejar de escaparnos de la vida a través de la actividad mental o de otro tipo y aceptar ser atravesados por ella. Permitiendo que todo sea como es, nos fusionamos con ella. No requiere esfuerzo. Es nuestra naturaleza sentirnos vivos y notar cómo la vida se desenvuelve a través nuestro (…).
Los juicios, comentarios, interpretaciones, recuerdos y anticipaciones se convierten en una cortina espesa que vela la realidad simple de la existencia. Meditando, simplemente, recuperamos esa contemplación inocente y limpia, sin historias añadidas, que va extendiéndose a nuestra cotidianeidad. Por eso, nos aquietamos y nos decidimos a no hacer nada. A no buscar ningún resultado. En pura coherencia con la realidad, vivimos la vida que nos sostiene a cada instante. Dejamos que ella se revele, nos sentimos existir sin más. Nos experimentamos naturalmente como ese espacio de contemplación en el que todos los fenómenos van y vienen (pensamientos, sentimientos, sensaciones, percepciones de los sentidos…).
Gracias a este estado de atención podemos, por fin, darnos cuenta, de que no somos esa corriente de pensamientos con los que hemos vivido identificados tanto tiempo y con la que solemos confundirnos, y para ello, la atención es indispensable (…).
Necesitamos volver a la vida, pues habitualmente nos separamos de ella encerrándonos en un mundo mental mortecino que absorbe nuestra energía.
Dora Gil. Fragmento del libro “Del Hacer al Ser”, Editorial Sirio
COMENTARIO
Este texto puede servir para recordarnos algo que hemos escuchado muchas veces, y que quizás olvidamos con frecuencia: nuestra práctica de zazen no es una escalera por la que alcanzamos estados mejores o superiores.
Nuestra práctica es silenciar nuestro ego justo en este instante, para contemplar y vivir la vida de la que formamos parte justo en en este momento.
Silenciados de juicios, comentarios, interpretaciones, recuerdos y anticipaciones vivimos plenamente la vida que sucede en este preciso instante, sin sesgar la realidad del momento presente con los añadidos que introduce nuestra personalidad egoica, forjada por lo ya vivido, pues tal y como afirma Xavier Melloni en su libro De aquí a Aquí “el pensamiento construye a partir del material conocido, mientras que el silencio permite descorrer el velo que se interpone entre nosotros y lo que está ante nosotros. Entonces comenzamos verdaderamente a escuchar y a ver”.
Nuestra práctica no nos conduce a un futuro, quizás mejor, sino que supone silenciar las interferencias egoicas en este momento para vivir la vida de la que formamos parte en este preciso instante.
Para ello, añade Melloni en la obra mencionada, “Se requiere de comunidades que se encuentren de este modo y que por este modo de encontrarse no solo velen por sí mismas, sino que también velen por la humanidad”.
Disponer de una comunidad de compañeros y compañeras con los que unirnos en la práctica del silencio, no debe pasarnos desapercibido; contar con una sangha debe ser valorado como se valora tener una valiosa joya que se tiene y se cuida, porque somos parte de ella y somos también cuidados por la sangha, uniéndonos en la práctica silenciosa de vivir plenamente la vida de este instante, sin los sesgos de nuestro ego, pues, como afirma Melloni, “El silencio no elige lo que escucha, sino que es lo que permite oír sin elegir ni preferir”, y tal y como afirma la autora del texto “Necesitamos volver a la vida, pues habitualmente nos separamos de ella encerrándonos en un mundo mental”.
Fragmentos citados de Xavier Xavier Melloni tomados del libro “De aquí a Aquí”, Editorial Kairós