¡SI SOLO PUDIERA DARLES UN VISLUMBRE DE ESTO A LOS DE LA CAPITAL!
“Había estado varios días inquieto pero mi ansiedad errante se apaciguó cuando llegamos al Paso de Shirakawa. Cuánta razón tenía aquel poeta que al llegar a este lugar dijo: ¡Si solo pudiera darles un vislumbre de esto a los de la capital!. El Paso de Shirakawa es uno de los tres más famosos de Japón y es el más amado por los poetas. En mis oídos soplaba “el viento del otoño”, en mi imaginación brillaban sus “hojas rojeantes”, pero ante mis ojos, delicia de la vista, manchas reales de verdor se extendían aquí y allá. Blancas como lino las flores de U* y no menos blancos los espinos en flor -era como si caminásemos sobre un campo de nieve. Kiyosuke cuenta que hace muchos años, al atravesar este paraje, un viajero se vistió con un traje de corte y se colocó el sombrero de ceremonia. Aludiendo a este episodio, mi amigo Sora escribió estos versos:
La flor de U en mi sombrero.
para cruzar Shirakawa
no hay mejor atavío”
Matsúo Basho, fragmento de Sendas de Oku. Editorial Atalanta
Nota: la flor de U es una flor parecida a la hortensia blanca.
COMENTARIO:
Algunos poetas del pasado se habían quedado muy impresionados al llegar a este paso de Shirakawa. Bashõ, al llegar por fin a tan ansiado lugar, recuerda los versos que sobre el mismo había escrito con anterioridad el maestro Noin:
Dejé la capital
con niebla de primavera;
el viento del otoño
sopla ahora aquí,
en el paso de Shirakawa.
Recuerda igualmente el poema de Minamoto Yorimasa:
En la capital
vi los arces verdes;
hoy veo caer
rojeantes sus hojas:
paso de Shirakawa
La inquietud que provoca en el peregrino lograr llegar a un punto del camino del que mucho ha oído hablar y las expectativas que ello crea no son ajenas a nuestro poeta caminante: algunos estudios del Oku-no-Hosomichi destacan el gran significado de gozo y de belleza que experimentó Bashõ al llegar al paso de Shirakawa. Ese lugar y esa experiencia mística le llevó a escribir:
Imposible pasar por ahí
sin que fuese tocada mi alma
El camino a seguir nos expone a las fuerzas del devenir de la vida: la belleza, al igual que lo aterrador, nos transporta a espacios situados más allá de lo racional. Vislumbrar la iluminación de la naturaleza es toda una invitación de estos textos. El caminar consciente invita a la percepción de que conformamos un todo con la naturaleza.
El viaje aparece como un peregrinaje visionario en el que sobrevienen momentos destacados que iluminan el propósito de la travesía: y el alma llega a ser tocada.