NO ESPERES EL DESPERTAR
“El silencio de la meditación escapa a todas las significaciones, a todas las imágenes, a todas las objetivaciones. Por supuesto nos interroga, buscamos inevitablemente explicarlo. Pero cualquier explicación nos arrastra fuera de su realidad inmediata. No deberíamos dejar a nuestros pensamientos digerir la meditación. Al contrario, la meditación debería poder traspasar cada uno de nuestros pensamientos. La única manera de estar exactamente ahí consiste en dejar la meditación a sí misma, no mancharla por cualquier tipo de ideas sobre lo que es o lo que no es.
Dôgen vuelve a menudo sobre este consejo destinado a los meditadores, en realidad un mandato, pues la frase está en imperativo: “No esperes el despertar”. El despertar es una idea maravillosa pero, en tanto que permanece como idea, nos desvía fuera de la realidad. Una idea así no sirve para nada en el preciso instante en que aquel aparece. Mientras más esperamos el despertar, más nos alejamos. Si abandonamos toda expectativa de otra realidad, nos damos cuenta de que todo se juega hoy. Más que hoy, en este momento. Más que en este momento, exactamente ahora
Sin cesar, estamos confrontados a obstáculos, a limitaciones, a este cuerpo y esta mente con todas sus debilidades, sus limitaciones, su imposibilidad fundamental de ser otra cosa que ellos mismos. Nos hace falta aprender a reconocer todas estas trabas como nuestro punto de apoyo y, finalmente, como las únicas condiciones de volvernos realmente libres. La experiencia de la meditación es devenir uno; no poner más distancia entre lo que somos y lo que querríamos ser, no apartar ya nada más en la experiencia de tan solo sentarse. Y esto finalmente es una experiencia de libertad. La libertad nos vuelve ligeros, desembarazados de todos los fardos que nos lastraban hasta ahora.
Ligeros hasta el extremo, podríamos casi levantar el vuelo a la manera del pájaro liberado de la gravedad.
Éric Rommeluère, fragmento de Los Budas nacen en el fuego.
Comentario:
¿Por qué me siento en zazen? ¿Qué pretendo conseguir?
Todo practicante de zazen conoce la respuesta, y repite “no buscamos nada, nos sentamos sin ningún propósito, shikantaza, solo sentarse”.
Pero una vez escuchada la respuesta y cuando parece asumirse, vuelven las preguntas: ¿Lo estoy haciendo bien? ¿Debería sentarme más? ¿Debería quizás añadir algo más de zazen en el día o en la noche?
Aparecen dudas, y observándolas con detenimiento podemos encontrar que están alimentadas por el deseo, el deseo por llegar a ser, por fin, quien nos gustaría ser. Quizás allí se esconde la negada pero ansiada meta.
“No esperes el despertar”. decía tajantemente Dogen, para no hacer de nuestra práctica una interminable persecución para alcanzar un ideal, una fantasía de nuestro pensar.
Subrayando la idea de Dôgen, Éric Rommeluère nos recuerda que “mientras más esperamos el despertar, más nos alejamos. Si abandonamos toda expectativa de otra realidad, nos damos cuenta de que todo se juega hoy. Más que hoy, en este momento. Más que en este momento, exactamente ahora”