EL PARAGUAS DE LA BONDAD
Relato budista
Una joven discípula se comprometió a perfeccionar la meditación sobre la bondad. Sentada en su pequeña habitación, llenaba su corazón con bondad hacia todos los seres. Sin embargo, cada día cuando iba al bazar a comprarse la comida, un tendero ponía seriamente a prueba su bondad, sometiéndola diariamente a unas caricias desagradables. Un día, la joven no lo pudo resistir más y empezó a perseguir al tendero calle abajo con el paraguas levantado. Para humillación de la joven, pasó junto al maestro de meditación que se encontraba a un lado de la calle observando el espectáculo. Muy avergonzada se dirigió hacia el maestro, esperando ser reprendida por enfadarse.
– Lo que deberías hacer – le aconsejó su maestro con amabilidad – es llenarte el corazón de bondad y golpear en la cabeza con el paraguas a este tipo difícil de controlar, lo más conscientemente que puedas.
Comentario:
La práctica de compasión hacia todos los seres suele confundirse con la inacción enmascarada de un buenismo insano. No podemos confundir la aceptación con la resignación, ni la compasión con la incoherencia de pensamiento, emoción y comportamiento. Ser compasivo no quiere decir ir como un teletubby por la vida donde todo te da igual. Detrás de un comportamiento hostil se deja entrever un ser que sufre y es necesitado de amabilidad, probablemente detrás de este comportamiento se esconde en alguna etapa de su vida ausencia de dicha amabilidad. Algo bien distinto es lo que es obsceno, poco ético y respetuoso hacia nosotros mismos. En ocasiones sólo queda actuar, eso sí, como dice el texto, conscientemente y en congruencia con lo que sentimos.