01/04/23

LAS TRES PUERTAS DEL REFUGIO

“El gran don de un camino espiritual es llegar a confiar en que puedes encontrar una vía que conduce al refugio verdadero. Te das cuenta de que puedes empezar allí mismo, donde estás, en plena vida, y de que puedes encontrar la paz en cualquier circunstancia.

(…) Recordando la historia y repasando las muchas tradiciones religiosas y espirituales que existen y han existido, podemos reconocer tres puertas arquetípicas que aparecen una y otra vez en el camino universal que conduce al despertar. Para mí, las palabras que expresan mejor el espíritu de estas puertas son “verdad”, “amor” y “consciencia”. La verdad es la realidad viva que se revela en el momento presente; el amor es el sentimiento y la sensación de conexión o unidad de todo lo que vive; y la consciencia es ese despertar silencioso que está detrás de todas las vivencias, la conciencia que está leyendo estas palabras, escuchando sonidos, percibiendo sensaciones y sentimientos. Cada una de estas puertas es una parte fundamental de quienes somos; cada una de ellas es un refugio porque siempre está aquí, incrustada en nuestro propio ser.

Si estás familiarizado con el camino del budismo, reconocerás estas puertas cuando se presentan por su orden tradicional:

Refugio en el Buda (el “despierto”, o nuestra conciencia pura).

Refugio en el dharma (la verdad del momento presente; las enseñanzas; el camino). Refugio en la sangha (la comunidad de los amigos espirituales, el amor)”.

Tara Brach, “Refugio verdadero”. Gaia ediciones

COMENTARIO:

Nuestra práctica de la Vía se articula en torno a estas tres joyas o tres refugios. Zazen es el ejercicio de la presencia, la práctica del despertar, la actualización de nuestra budeidad original, nuestro ser despierto. El estudio, la enseñanza, la atención plena al momento presente nos abre a la realidad tal como es, nos apunta a y nos sintoniza con el camino, con el dharma. El trabajo desinteresado y la convivencia con los compañeros y compañeras de la vía, aún en el silencio, construyen la sangha, dan vida a la comunidad. Me gusta concebir estos refugios no como espacios donde retirarse, donde aislarse, donde establecerse en una especie de burbuja protectora que nos mantiene más separados aún de la realidad viva de cada momento. Más bien los imagino como espacios desde donde vivir las ineludibles turbulencias de la existencia con un cierto fondo de paz, de serenidad, de lucidez y también de ternura. Tal vez por eso son joyas, algo valioso, algo a agradecer y a cuidar con esmero, con humor y con alegría. Si miras, ahora mismo, dime:

¿te animas a traspasar las “barreras sin puerta” de estos tres refugios?

“Me refugio en el Buda, estado de claridad y amor inconmensurables, al que todos los seres sin excepción podemos despertar.

Me refugio en el Dharma, enseñanza que me conduce

a ese estado de unión, libre de dualidad.

Me refugio en la Sangha, comunidad de practicantes

que me ayudan a recorrer el camino de liberación del sufrimiento”.

 

Recitación de los tres refugios