19/01/25

LA ENFERMEDAD DE LA SUPRESIÓN

Si eres incapaz de hacer surgir la duda al practicar zen, buscarás tal vez suprimir las emociones y la conciencia discriminatoria y evitar que surja el autoengaño, para luego morar en este estado aparentemente calmo y lúcido. Sin embargo, no logras penetrar del todo hasta la fuente original de la conciencia y, en cambio, te detienes en su aspecto inmaculado. Aunque eres capaz de practicar y comprender todo desde el interior de este estado aparentemente puro y lúcido, cuando te encuentras con alguien que señala tu fracaso, las emociones y la conciencia discriminativa vuelven a emerger como una calabaza hueca sumergida en agua. De nuevo, esto no es más que tu mente vacilante; no es zen.