04/06/23

LO ESENCIAL ES DESPERTAR Y RETORNAR A LA REALIDAD DE LA VIDA

Algunos budistas dicen que nirvana (la iluminación) es la completa extinción de la ilusión y el deseo, y que zazén, la meditación, es practicada con el fin de alcanzar ese estado. (…) Tales budistas piensan que, como los anhelos son parte de la vida humana y causa de sufrimiento, hay que luchar para eliminarlos y alcanzar el éxtasis del nirvana. Pero ¿no es también deseo o avidez tratar de eliminar el dolor y alcanzar el nirvana? De hecho esto es también avidez, y precisamente por eso, el practicante se encuentra atrapado en una contradicción y no puede escapar del sufrimiento (…)

El zazén de los buddhas y patriarcas, el zazén de la realidad de la vida, no es así. Debido a que los deseos y los anhelos son también la manifestación de la fuerza vital, no hay razón para odiarlos y tratar de eliminarlos. Sin embargo, si nos dejamos arrastrar por ellos y los perseguimos, nuestra vida se nubla. 

Lo importante no es permitir que la vida se ensombrezca por pensamientos basados en deseos y anhelos, sino ver todos los pensamientos y los deseos descansando en el sustrato de la vida; dejarlos ser como son, sin dejarse arrastrar por ellos. No es cuestión de hacer un gran esfuerzo para no ser arrastrados por los deseos; lo esencial es despertar y retornar a la realidad de la vida.

Kōshō Uchiyama, Abrir la mano del pensamiento. Ed. Kairós

COMENTARIO

Quizás hemos escuchado muchas veces que con la práctica de zazen, el practicante no desea alcanzar nada y hasta quizás seamos capaces de acertar que shikantaza es el término empleado para el “solo sentarse” de la práctica. Sin embargo, la insistencia con la que los Maestros nos advierten para no convertir nuestro zazen en un medio con el que lograr un fin, supone una constante invitación a observar, con mucha honestidad, nuestra propia práctica.

Más allá de lo aprendido, más allá de lo que hemos escuchado y somos capaces de repetir como alumnos aplicados, las palabras de Uchiyama nos invitan a observar si nuestra práctica se ha convertido, quizás muy sutilmente, en una escalera con la que pretendemos alcanzar algo. 

No se trata, insistimos, en repetir lo escuchado y verbalizar, casi sin pensar, que practicamos sin idea de ganancia. 

Se trata, más bien, de regresar, una y otra vez, a la práctica a la que nos invitan los grandes Maestros; la práctica del silencio, la práctica de silenciarnos. 

Silenciadas las opiniones, silenciados los juicios, las expectativas y los deseos de quien los emite, es el propio sujeto el que parece desaparecer de su posición frente al mundo, para entonces experimentarse como parte inseparable de él.

“Lo esencial, -dice Uchiyama- es despertar y retornar a la realidad de la vida”.

La vida que luce aquí, en este instante.