16/02/25

LA ENFERMEDAD DE ACTUAR

Si no logras hacer surgir la duda al practicar zen, tal vez pienses: «Los ojos ven, los oídos oyen, la lengua habla, la nariz huele, las manos agarran, los pies corren. ¡Todo esto es la verdadera naturaleza del yo espiritual!». 

De ahí concluyes que estás iluminado y te vas por ahí lanzando miradas penetrantes a la gente, hablando sin parar, señalando esto y pateando aquello, convencido de que todo esto es la personificación del Buddhadharma. Pero aquí, de nuevo, no se trata más que de tu mente vacilante; no es zen. 

Fragmento del libro: Boshan: La Gran duda. La práctica Zen en el mundo (con comentarios de Jeff Shore). Editorial Herder