18/06/21

Somos uno… nos guste o no

Tenemos que escuchar el silencio de la naturaleza…

 

“La pandemia del coronavirus reveló lo obvio: que somos uno…nos guste o no. También lo hace la emergencia climática y la crisis ecológica, más amplia, pero al parecer eso no ha sido lo suficientemente dramático para que aprendamos la lección. La fuente última de la pandemia es la misma fuente última de la crisis ecológica: nuestro sentido, tanto individual como colectivo, de separación respecto de la Tierra. Estamos ya caminando hacia la sexta gran extinción del planeta, en la que un gran porcentaje de las especies vegetales y animales están desapareciendo rápidamente. Tenemos un pequeño margen como oportunidad para emprender acciones, para preservar a la humanidad de este inminente desastre y para ayudar a la supervivencia de las muy diversas y bellas formas de vida en la Tierra. Las generaciones futuras, y las otras especies que comparten la biosfera con nosotros, no tienen voz para pedir nuestra compasión, nuestra sabiduría y nuestro liderazgo. Tenemos que escuchar su silencio. Debemos también ser su voz y actuar en su nombre.” (…)

“La crisis ecológica es algo más que un problema económico o un problema político. Es también una crisis espiritual colectiva y un potencial punto de inflexión en nuestra historia.”

David Loy

Fragmento del libro “Ecodharma. Enseñanzas budistas para la crisis ecológica”. Ediciones La Llave

 

Un viejo estanque: salta una rana, ruido de agua (Basho).

 

COMENTARIO:

 Sobran las palabras para describir lo que la pandemia ha traído a nuestras vidas, sembrando el dolor, el miedo y la muerte tras de sí. Arrasando el sustento, el empleo, los abrazos, los besos, los juegos, los reencuentros, los visados a otros paisajes… y como sanghas… el cálido sonido cercano de nuestro comunitario latir.

La pandemia nos devolvió lo que ya se esperaba. Por un lado, la aparición de las zoonosis como resultado de vulnerar décadas y décadas el equilibrio armónico de la Naturaleza y sus ecosistemas. Y, por otro lado, el ego de un ser humano con la posibilidad de manipular armas biológicas.

 Ya sea el calentamiento global, la contaminación en todas sus vertientes, el cambio climático, la acción directa humana creando armas bacteriológicas o investigando en la defensa de sus efectos; a pesar de ello, como practicantes zen hemos de tener en cuenta lo que nuestro maestro Celso Navarro reflexionaba: “¿Servirá para algo vivir esta pandemia? … cuidado con esto … «cada momento es siempre nuevo» …”

En su texto, el maestro David Loy nos deja claro que no hay límites ni fronteras entre países para la expansión de una pandemia: somos uno … ese uno que nos une a la totalidad y la vacuidad que fluye en este océano que llamamos vida.

Nuestro sentido de estar “separados de la Naturaleza” nos hace perder la perspectiva de la realidad y por consiguiente minimizar sus graves consecuencias. Los diferentes ecosistemas con los que compartimos esta biosfera “… no tienen voz para pedir nuestra compasión, nuestra sabiduría y nuestro liderazgo. Tenemos que escuchar su silencio. Debemos también ser su voz y actuar en su nombre.”

Zen y Naturaleza están en íntima común-unión. Ante su deterioro nos debemos preguntar, como practicantes y responsables de la transmisión de la Vía, si podríamos llegar a prescindir de Ella.

 

“Un viejo estanque:

  salta una rana,

  ruido de agua.” 

 

(Basho)