21/11/21

¿Por dónde debo empezar para penetrar el zen?

“Un día, un monje llamado Kyosho fue a ver al Maestro Zen Gensha.

-He venido para buscar la verdad –dijo Kyosho-. ¿Por dónde debo empezar para penetrar el Zen?

Gensha le dijo:

-¿Escuchas el murmullo del río?

-Sí, puedo oírlo –dijo Kyosho-.

-Entra en el Zen por ahí –contestó Gensha-.

 

Otro discípulo que había oído el mondo, se puso a cavilar y terminó por preguntar a Gensha:

-¿Y si Kyosho no hubiera oído el murmullo del río, qué le habrías respondido?

Gesha gritó su nombre bruscamente:

-¡Kiho!

-¿Sí?

-Entra en el Zen por ahí”.

           

Extraído del libro: “Historias Zen”, recopiladas por el maestro Taisen Deshimaru y algunos de sus discípulos. Editorial Sirio

 COMENTARIO:

          Las historias zen están repletas de gritos bruscos, golpes, bastonazos… de los que se servían los maestros para sacar a sus discípulos de los enredos de la mente conceptual acostumbrada a cavilar y despertarles a la realidad viva de cada instante. En esta corta historia, el monje Kiho, cae preso de la cavilación al oír el mondo de su maestro con Kyosho. “Se puso a cavilar”, dice la historia. Podemos imaginarlo ahí, dando vueltas y vueltas tras escuchar las palabras del maestro, “¿y si…?”. Y cuando pregunta a su maestro, recibe un grito brusco pronunciando su nombre: “¡Kiho!”. Esto provoca un desconcierto. Podemos imaginarlo ahí, con cara de extrañado, diciendo, “¿sí?”. En ese momento Kiho está de vuelta: “entra en el zen por ahí”. Zen es inmediatez y presencia. Un mirar sin pensar, sin juzgar, sin interpretar, un permanecer serenamente presente a lo que acontece aquí, ahora, en este momento: El murmullo del río, el grito del maestro, el ciprés en el patio, el sonido de la voz que lee este texto, el tacto de las teclas del ordenador que lo escribe… ¿qué hay vivo y fresco ahora ante ti? ¡Despierta, entra al Zen por ahí!

            Decía Joko Beck, que la vida es la gran maestra. Y, tal vez por eso, la vida también está llena de golpes, gritos, bastonazos… que nos despiertan de nuestras ilusiones y nos traen de vuelta a la realidad de cada momento tal como es. Y, no necesariamente, estos “despertadores” han de ser tan “bruscos” o “desagradables”. Todo acontecer puede convertirse en una grieta que dé acceso a la verdad, eso que como nosotros también buscaba Kyosho. Solo hay que estar ahí, permanecer abierto, serenamente presente a lo que sucede. Nos lo recordamos cada vez que juntos recitamos los votos:

“Las puertas a la verdad son incontables:

hago el voto de atravesarlas todas”.