06/12/21

No hay gesto ni acción que no reflejen la Vía

 

“En un antiguo Sutra se cuenta que en cierta ocasión, Sariputra se había retirado a un lugar discreto a la vera de un camino para hacer sus necesidades.

            Casualmente, pasó por allí una dama que estaba exquisitamente educada. Cuando vio a Sariputra, el cual no se había percatado de su presencia, quedó profundamente impresionada por la dignidad y la belleza que emanaba de su postura.

            Incluso entregado a tan vulgar menester, Sariputra testimoniaba la Vía.

            La gran dama fue a ver al Buda y se hizo su discípula”.

 

           Extraído del libro: “Historias Zen”, recopiladas por el maestro Taisen Deshimaru y algunos de sus discípulos. Editorial Sirio.

 

COMENTARIO:

     Cuentan que en cierta ocasión, cuando el Maestro Bankei fue interpelado en medio de una disertación acerca de cuáles eran los prodigios que podía realizar, su respuesta fue: “cuando tengo hambre, como. Cuando tengo sueño, duermo. Ese es mi milagro”. La Vía del zen se expresa incluso en aquellas actividades que consideramos poco decorosas o vulgares, como apartarse discretamente a la vera del camino para hacer las necesidades. En el zen no hay gesto ni acción que no reflejen la Vía. Zen es zazen y zazen es la vida cotidiana, podríamos decir. De esta forma, el mismo porte de dignidad y presencia que expresamos con nuestra postura sobre el banquito o el cojín en las sentadas, es con el que vivimos cada momento de nuestra cotidianidad. Y no como una actitud impostada, forzada o contenida, sino como la expresión espontánea y natural de la presencia al instante presente, -nótese cómo en nuestra historia de hoy se dice que Sariputra no se había percatado de la presencia de la dama que le estaba viendo-. “Un camino espiritual que no conduzca a la vida cotidiana y al prójimo es un camino equivocado”, decía el Maestro Willigis. “Cuanto más practiquéis zazen, más interés sentiréis por vuestra vida cotidiana”, decía Shunryu Suzuki. Zazen-vida cotidiana, no-dos. También lo leemos en el Sutra del amor incondicional:

 

“Ama a todo ser con ternura.

Ama al mundo en su totalidad por encima,

por debajo y alrededor sin limitaciones

con una bondad condescendiente e infinita:

De pie o andando, sentado o acostado, trabajando o en reposo,

una vez hayamos despertado este voto, este deseo,

es hermoso y bueno cultivarlo.

Ésta se considera la forma suprema de vivir”.

 

            Tal vez quieras tenerlo presente la próxima vez que vayas al baño.

 

Gassho.