16/01/22

EN EL CHANOYU HAY CIRUELOS EN FLOR

Dedicamos este mes de Enero de 2022 a Rikyū (1522-1591). Rikyū, como maestro de la ceremonia del té japonés, fue el primero en enfatizar varios aspectos claves de la ceremonia del Chanoyu (que literalmente significa agua caliente para el té). Rikyū, resaltó una serie de elementos como son: el de una estética basada en la “rústica simplicidad”, un estilo distintivo y la honestidad en la práctica. 

De su estilo del té se originaron tres diferentes escuelas: la Escuela Omotesenke, la Urasenke y la Mushakōjisenke; todas ellas, destinadas a transmitir, a las siguientes generaciones, las enseñanzas de los fundadores de sus respectivas familias, linajes y escuelas.

Rikyū creó un recurso escrito destinado a transmitir la forma en la que preparar y servir el té. Los Cien Versos de Rikyū es una obra histórica, que hasta nuestros días, ha servido y sirve para ayudar a los practicantes del Chanoyu.* 

Acercamos un segundo verso de su obra, en esta serie de cinco textos sobre Rikyū.

* Fuente: Versos: Disfrutando del Té, SEN Genshitsu. Editado por Tankosha, 2006, Japón. Textos adaptados de: http://www.urasenke.or.jp/texte/legacy/lineage1.html

 

TEXTO MEDITATIVO

En la ceremonia japonesa del té, el matcha, es el té verde en polvo que se sirve con el sabor de cada estación. Hervir el agua, añadir el matcha, batirlo y beberlo; disfrutando de su aroma, su color y sabor en la sala del té. Para cada estación del año, el anfitrión escoge específicamente una variedad de matcha, un chawan (cuenco) en concreto, un poema para ser leído y una flor para ser observada durante la ceremonia. Cada detalle en armonía con la estación del año. El Chanoyu es una invitación al despertar de los sentidos, en cada estación, con los elementos de la naturaleza.

 “En el Chanoyu hay ciruelos en flor, 

crisantemos de invierno, 

hojas amarillas caídas, 

bambú verde, árboles desnudos, 

y escarcha al amanecer.”

COMENTARIO

Este verso nos invita a estar alineados con la naturaleza, a cuidar los detalles y conjuntarlos con sensibilidad en función de la estación del año en la que estemos. En el Zen y en el Chado, la práctica se imbuye de la naturaleza, de las estaciones. El practicante tiene la oportunidad de sumergirse en lo que la naturaleza y las estaciones le presentan. Es parte de ella en su práctica. Tanto en el Zendocomo en la cabaña del té, se nos invita a los practicantes a despertar a través de los sentidos, de forma natural y espontánea, se nos invita a observar y observarnos en silencio, en atención plena, en presencia; a conectar con la naturaleza y desvelar así nuestra esencia natural, entremezclándose ambas, como así lo hacen el aroma del té y el aroma del incienso.