27/01/24

“¡MARA, VETE!”

“La monja Soma era una discípula del Buda. Un día estaba sumida en profunda meditación bajo un árbol en un bosque. Mara, el Señor del Engaño, se acercó a ella, envuelto en invisibilidad. Le susurró al oído: «Debido a que una mujer tiene una conciencia naturalmente limitada y el reino de la sabiduría es difícil de alcanzar, ninguna mujer tiene la capacidad de alcanzarlo».

Soma reconoció a Mara y lo reprendió diciendo: “¿Cómo podría ser un obstáculo la conciencia de una mujer cuando su corazón está puesto en la liberación? ¿Soy mujer en estos asuntos o soy hombre? Esta pregunta no tiene poder sobre mí. ¡Mara, vete! Y Mara se fue.

Mara es la voz internalizada del condicionamiento que nos mantiene esclavos de los mensajes familiares y culturales que mantienen el status quo. A Mara no le interesa la liberación; está interesado en el control”.

(Roshi Barbara Joshin O’Hara, en La Lámpara Oculta. Historias de veinticinco siglos de mujeres despiertas)

COMENTARIO

Estas líneas traen irremediablemente a la mente lo sucedido después del despertar del Buda Sakyamuni bajo el árbol de la iluminación, cuando Mara se le acercó y le preguntó “¿Quien certifica que tu despertar es genuino?, y el Buddha como toda respuesta puso su mano en el suelo y tocó la tierra. La tierra misma era quien le avalaba. Meditemos esta sabia respuesta.

En esta historia sucedida a la monja Soma, Mara, “el Señor del engaño”, se presenta como avalador del patriarcado y de su sistema de control y sumisión de lo femenino. ¿Cuantas veces nos lo habrá dicho a nosotras, susurrando al oído, o bien a través de las palabras de otra persona, o a través de los medios, incluso de quienes queremos y consideramos nuestros amigos?, ¿Cuántas veces nos habrá dicho a todos, con independencia de nuestro sexo, que el despertar no está a nuestro alcance, que no estamos a la altura de los demás, que para que practicar, que es mejor rendirse, que nos conformemos con ir tirando (eso del despertar está muy bien pero a mi no me sucederá)?

La respuesta decidida y tajante de Soma, no lo olvidemos, procede de que “estaba sumida en profunda meditación”, brotaba espontáneamente de lo insondable de su zazen. ¡Que importante es nuestra práctica diaria! Es la diferencia entre andar a tientas, tropezando sin cesar, o hacerlo con visión clara y paso decidido, sabiendo superar los obstáculos que inevitablemente aparecen en el camino .

En la sociedad actual, líquida, donde tanta información fluye constantemente sin parar y nos sepulta en el embotamiento, nos urge saber parar y recuperar nuestro centro. Resulta cada día más difícil separar lo que es verdad de lo que es simple manipulación y mentira. Con la llegada de la Inteligencia Artificial asistimos, con justificado temor, a como la suplantación y la creación de ficciones pretende reemplazar aquello que es real.

Hoy, más que nunca, necesitamos esa profunda meditación para despojar de su invisibilidad a Mara, para desarraigar de nuestra mente y de nuestro cuerpo todo aquello que Mara ha acumulado en el pasado, y al mismo tiempo construir las murallas que nos permitan exclamar, como Soma, “esta pregunta no tiene poder sobre mí”. Como decimos en el segundo voto del Bodhisattva. “Los pensamientos y sentimientos ilusorios son ilimitados, es mi deseo liberarme de todos ellos.”