27/01/24

SI QUIERES ENTENDER, MIRA TU CORAZÓN

“Una anciana fue a escuchar una conferencia del Maestro Hakuin. Él dijo: “Tu mente es la Tierra Pura y tu cuerpo es el Buda Amida. Cuando aparece el Buda Amida, las montañas, los ríos, los bosques y los campos irradian una gran luz. Si quieres entender, mira dentro de tu corazón”.

La anciana reflexionó sobre las palabras de Hakuin día y noche, despierta y dormida. Un día, mientras estaba lavando una olla después del desayuno, una gran luz destelló a través de su mente. Dejó caer la olla y corrió a contárselo a Hakuin. “El Buda Amida llenó todo mi cuerpo. Montañas, ríos, bosques y campos brillan con luz. ¡Qué maravilloso!» Ella se puso a bailar de alegría.
«¿De qué estás hablando?» Preguntó Hakuin. «¿La luz brilla en tu culo?»
A pesar de lo pequeña que ella era, le dio un gran empujón a Hakuin, diciendo: “¡Puedo ver que aún no estás iluminado!”. Ambos se echaron a reír.

(…) La anciana de este koan puede haber sido una seguidora del budismo de la Tierra Pura, que se desarrolló en la China del siglo V y echó raíces en Japón en los siglos XII y XIII. Se le habría enseñado que viviendo una vida meritoria y rezando continuamente a Amida, el Buda de la Luz Infinita, renacería en la Tierra Pura, dejando atrás el sufrimiento de esta vida y entrando en el reino radiante del Buda Amida en la Tierra Occidental. (…) Qué impactante debe haber sido para la anciana escuchar las palabras de Hakuin: «Tu mente es la Tierra Pura y tu cuerpo es el Buda Amida». ¿Cómo podía ser que su propia mente, llena de todos sus pensamientos ilusorios, fuera la Tierra Pura? ¿Cómo podría su cuerpo arrugado y en decadencia ser el Buda Amida? Aún así, Hakuin había dicho: «Mira dentro de tu propio corazón», y con la naturaleza confiada desarrollada por su fe en el Buda Amida, eso fue lo que hizo.”

(Shinge-shitsu Roko Sherry Chayat, en La Lámpara Oculta. Historias de veinticinco siglos de mujeres despiertas)

 

COMENTARIO:

En el libro Los tres pilares del Zen, de Roshi Philip Kapleau, los tres pilares se resumen en enseñanza, práctica e iluminación. Pero al leer el libro atentamente, observamos que detrás de esa forma de expresarlo se encuentra: una gran fe; una gran duda; y una gran determinación. Se requiere una gran fe para podernos acercar a las enseñanzas con el corazón abierto, confiado en que la experiencia del Buddha Sakyamuni y lo que nos transmiten los maestros constituye una verdad profunda y beneficiosa para nosotros. Una gran duda nos empuja y acompaña en nuestra práctica. La necesidad de despejarla nos motiva a seguir adelante, día a día, con una gran determinación hasta alcanzar la iluminación. El maestro Dogen expresó esta determinación de manera muy visual al decir que tenemos que dedicarnos al asunto fundamental con la misma determinación que tendríamos para apagar el fuego de nuestro cabello si estuviera en llamas.

En este bellísimo koan vemos como la anciana acude con fe a escuchar las enseñanzas de Hakuin. Como al oir sus palabras nace en su corazón una gran duda, insoportable, que la mueve a practicar de día y de noche, con una absoluta determinación, confiada en que la iluminación también es para ella, para cada una de nosotras.

El kensho es siempre algo accidental, pero sin ningún género de duda la práctica diaria y determinada hace que ese accidente sea mucho más fácil que suceda.

Se podría hablar mucho más de este koan, tiene otras muchas enseñanzas, pero nos vamos a fijar finalmente en la viva respuesta de la anciana en las últimas líneas del mismo:

«¿De qué estás hablando?» Preguntó Hakuin. «¿La luz brilla en tu culo?»
A pesar de lo pequeña que ella era, le dio un gran empujón a Hakuin, diciendo: “¡Puedo ver que aún no estás iluminado!”. Ambos se echaron a reír.”

¡Qué maravilla! Esa risa compartida es la vida zen en estado puro, más allá de las palabras y las formas. La anciana al empujar al maestro demostró que ya no era un tímido ratón, ella respondió como un dragón, con la confianza derivada de una realización genuina.